Para comenzar un proyecto de documentación es preciso identificar sus cuatro ingredientes básicos: notas, recetas, hitos y grafemas.
Las notas deben estar escritas en un lenguaje directo, sencillo y común. Una nota por asunto es lo indicado. Y, claro, cada nota debe contener algo que queramos compartr y que sea relevante para entender lo que hemos hecho o nos ha pasado.
Una receta contiene los pasos necesarios para replicar un procedimiento. La palabra la hemos tomado del lenguaje de las cocineras y los boticarios. El asunto es que la redactemos por pasos y que, una vez ejecutados, obtengamos el resultado que esperábamos: una réplica.
En los procesos de documentación importan los hechos y los resultados, pero también son decisivos los afectos y procesos. En un proceso de prototipado siempre surgen conflictos: momentos de confusión, conflicto o controversia que nos muestran que no hay una solución fácil ni necesaria. Las notas que llamamos hito nos cuentan cómo llegamos a la situación de (casi) colapso y cómo la superamos. Un hito entonces da cuenta de un aprendizaje colectivo.
Los grafemas son todos esos dibujos, esquemas, gráficos, esbozos y, en general restos del trabajo que normalmente van a la basura, una vez obtenido el resultado. Los grafemas son fruto del esfuerzo colectivo y algunos son el mejor testimonio de los vericuetos que exploramos o de los conflictos que superamos antes de llegar a un lugar desde donde continuar. Algunos grafemas entonces merecen ser preservados.